A lo largo de la vida, todas las personas experimentan etapas de mayor y menor actividad sexual. Cuando se está en pareja, especialmente en una pareja tradicional, estas etapas son a la par para ambos: los dos miembros tienen una alta actividad sexual o los dos miembros la reducen, ya que solo practican el sexo entre ellos.
La idea de falta de sexo es relativa
Cada pareja tiene su propio ritmo de actividad sexual óptimo. Carmen G. Valcárcel-Mercado, sexóloga médica, recoge multitud de estudios realizados en países de Europa, Estados Unidos y México que han servido para establecer un estándar de actividad sexual global. Lo común en realizar sexo entre dos y tres veces a la semana, lo que significaría hacerlo entre ocho y doce veces por mes. Sin embargo, hay parejas que disfrutan manteniendo relaciones sexuales una vez a la semana y parejas que lo hacen hasta cinco veces, por lo que esta media no debe ser un estándar normativo.
Puede haber problemas por relaciones sexuales independientemente del estado civil de una pareja: al igual que entre jóvenes que estén empezando, los problemas sexuales en la pareja también son posibles en las relaciones más longevas: se puede dar falta de sexo en el matrimonio, y hasta pueden darse divorcios por falta de relaciones sexuales.
Fernando Villadangos, sexólogo y escritor, define muy bien que cuando se alcanza la falta de sexo como tal es cuando uno de los dos miembros es capaz de afirmar “no tengo apetito sexual”. La rutina, la dejadez, el estrés del día a día o los problemas cotidianos pueden hacer a muchas personas ir dejando de lado ese tiempo junto a su pareja cada noche y, al tiempo, llegar incluso a olvidar el mantener relaciones sexuales, algo que puede afectar directamente a la calidad de la relación de la pareja.
Los efectos más comunes de los problemas sexuales en la pareja
Ya sea por dejadez, estrés, por una discusión o por un trauma (imaginemos, por ejemplo, el caso extremo de uno de los miembros de la pareja que ha sido violado), los efectos de la ausencia de sexo son similares en todos los casos:
Mala calidad del sueño
La actividad sexual genera oxitocina, una hormona que influye directamente en cuán profundo es el sueño y cuánto se descansa en él. En otras palabras: cuanto más sexo, mejor se duerme.
Baja autoestima
El sexo provoca bienestar, genera sensación de ser amados por el otro e importantes, ayuda a sentirse más cómodo con el propio cuerpo y a olvidar los problemas del día a día. Cuando el sexo está ausente, todos esos efectos negativos se revierten: uno se percibe a sí mismo como menos atractivo, es más difícil desconectar de las sensaciones negativas, hay menos sensación de sentirse amado y deseado por el otro, por lo que la autoestima va decayendo de forma constante. Esto es un aliciente importante para depresiones, cuadros de ansiedad y desajustes emocionales que afectan directamente a la calidad de vida diaria y a la relación de pareja.
Aislamiento social
El sexo provoca la segregación de endorfinas, que son las encargadas de mantenernos con buen humor y sentir deseos de estar con los demás. Por lo tanto, un nivel bajo de endorfinas se asocia con menos relación social y mayor reclusión, lo que, a su vez, provoca más bajada de autoestima, mayor dificultad para dormir y mayor malestar general.
Cambios de humor, estrés, inestabilidad emocional
Relacionado con lo anterior, es inevitable que las sensaciones negativas se acumulen y estallen en golpes de ira, resentimiento y altibajos emocionales que terminan por afectar a las relaciones con los demás. Si juntamos estos efectos con una pareja que se ve muchas horas al día y cuya comunicación no es fluída, uno de los desenlaces más probables es que se introduzcan en una espiral de negatividad que termine culminando en un divorcio por falta de relaciones sexuales.
Aumenta el malestar físico
Unido al malestar emocional, la falta de sexo en el matrimonio puede malinterpretarse con los efectos relativos a la menopausia. Sin embargo, el hecho de no estirar los músculos, descargar tensiones reprimidas y sentir placer en la cama tiene una gran influencia sobre el estado físico de una persona.
Crecen las fantasías sexuales
En general, el aumento de fantasías ya es un síntoma de que la persona no está agusto con su situación personal actual, pero un aumento de fantasías de tipo sexual ya son síntoma de que no está agusto con su situación sexual actual. Y es que una persona que fantasea y se recrea en situaciones sexuales implica un disfrute de imaginarlas como reales y, por lo tanto, del deseo de hacerlas realidad. Si no satisface ese deseo, la calidad de la relación con su pareja puede descender drásticamente, generando frustración y resentimiento sexual hacia el otro.
Aparecen más imperfecciones en la piel, acné y pérdida de brillo
En el sexo, la actividad intensa en un espacio corto-medio de tiempo genera sudor y abre los poros para disminuir la temperatura corporal. Al tener sexo, se eliminan toxinas por los poros y la piel luce más limpia. La falta de relaciones sexuales afecta, por tanto, a la mala salud de la piel de todo el cuerpo.
Crece la sensación de soledad
Íntimamente relacionado con la baja autoestima, el malestar físico, el emocional, el aislamiento social y los cambios de humor, es inevitable que se genere sensación de soledad. Es en este punto se puede perder el control de las emociones hasta querer huir y cambiar de vida y provocar un divorcio por falta de relaciones sexuales, o de discutir hasta destruir la pareja.
Cuando se pierde el deseo es necesario esforzarse por estar bien uno mismo y estar bien con la pareja. Si no, la calidad de la relación disminuye, y el sexo es un factor determinante para mantener a los miembros unidos. Cuando se detecte que se está entrando en esa espiral de negatividad y malestar, es importante que se le ponga solución cuanto antes y recurrir a un especialista en sexología y terapia de pareja con la seguridad de que, si ambos quieren, ese bache se superará.
Lidia Quindós Ovide
Tu psicóloga en Alcorcón
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