¿Comes demasiado, te pegas “atracones” sin poder controlar la cantidad o el tipo de comida y luego te sientes mal y la culpa te desborda?
Lo primero que debemos comprender es que la “ansiedad por comer” no es tal. Lo que sucede es que utilizamos la comida para bajar la ansiedad, es un recurso que nos ayuda a canalizarla. Pero esto no significa que lo que nos genera ansiedad sea conseguir comer lo que queremos o nos apetece en ese momento.
¿Por qué comemos en exceso sin control?
La comida nos genera placer, tanto emocional como físico. Ciertas comidas segregan sustancias en el cerebro que nos hacen sentir ese placer. De lo contrario, no las comeríamos. Es un recurso biológico de supervivencia. Esta sensación agradable es muy grande al comer carbohidratos. Cuando lo hacemos la ansiedad baja, pero la culpa nos aborda y, entonces, decidimos pasar a una dieta estricta, a un mayor control, y eso nos lleva al hambre y a la abstinencia.
Es primordial valorar que es necesario dejar de preocuparse por el peso de manera obsesiva porque cuando más nos obsesiona algo, más difícil es que lo consigamos fácilmente y con éxito. Tanta tensión y vigilancia sobre la dieta hace que, precisamente, surjan estas conductas de comer en exceso por ansiedad con mayor facilidad. Por lo tanto, el primer consejo para el tratamiento de comer para bajar la ansiedad es dejar de controlar la comida y el peso.
En segundo lugar, es prioritario entender las causas, para qué lo hacemos. Todo lo que decidimos hacer tiene algún beneficio psicológico o emocional. Comer puede ser una distracción para no atender otros temas, como no sentirse amado, querido o pleno con lo que uno hace. La comida se convierte en una mejor amiga que cuando estás triste te acompaña y te da consuelo.
Adormecimiento emocional
Cuando comemos en exceso, el cerebro segrega sustancias que nos hacen sentir “dopados”, aunque sea durante cinco segundos antes del arrepentimiento. Es un adormecimiento emocional y, para entenderlo y tratarlo, es recomendable realizar una lista de ventajas y desventajas para entender por qué me relaciono así con mi cuerpo y con la comida.
Esta unión o dependencia con la comida nos quita libertad y capacidad de disfrutar de la vida. Nos roba paz mental y nos provoca continuos reproches a nosotros mismos. Conocer las ventajas y el motivo de estas conductas nos hará comprender que no comemos así por ser débiles, por ejemplo, sino como estrategia para lidiar con emociones que no sabemos gestionar. Por lo tanto, aprender a lidiar con la ansiedad nos ayuda, en definitiva, a prender a lidiar con la comida.
Sin culpas ni castigos
Otro de los recursos para combatir la necesidad de comer para controlar la ansiedad es saber anticiparnos a la situación. Si tenemos un patrón, es muy probable que la vida nos plantee de nuevo ante esta encrucijada, aunque hayamos entendido ya para qué lo hacemos. Por eso, es muy útil tener un plan para la próxima vez que nos sintamos así. Y, también, no pensar en culpa ni en autocastigo. Mejor nos enfocaremos en qué haremos la próxima vez que suceda.
Este plan debe contar con un listado de los factores que nos disparan esa necesidad de ingerir grandes cantidades de comida. Con la observación los detectaremos y podremos empezar a sustituirlos por otras actividades que nos gusten. Es decir, si vemos que va a llegar la ansiedad, recordamos nuestro plan y hacemos uso de las alternativas que hemos preparado para gestionar la ansiedad sin tener que comer.
No vamos a evitar que vengan la ansiedad y las ganas por comer, pero sí que podemos hacer un plan para que, cuando aparezca, tengamos un camino de salida sin caer en la conducta que no queremos. El objetivo es aprender a sentir la ansiedad y la inquietud y, en lugar de ir a relajarnos con la comida relajarnos, lograremos hacerlo de otra forma, con paciencia y haciendo ejercicios de respiración y relajación. Así se puede quitar la necesidad de comer, utilizando estrategias efectivas.
Por otro lado, no deberías centrarte en la culpa si sucede, y no sale bien alguna vez. El objetivo no es que no vuelva a suceder, es comprometerse a que cada vez vaya mejor y esforzarnos por encontrar soluciones.
Lal alternativa: mindful eating
Comer con atención plena o mindful eating, es lo opuesto. Es aprender a comer con tus sentidos conectados con tu cuerpo en el momento en el que te estás alimentando. Cuando comemos compulsivamente estamos en el “¿qué estoy haciendo?”, “no es posible”, “se va a acabar”. Estamos pensando mientras comemos. La idea contraria es sentir mientras comes, “comer mientras comes”, con todos sus sentidos. Un truco es realizar paradas para ver cómo le sienta a nuestro cuerpo esa comida y dejar de pensar que la comida es mala y engorda, dejar de pensar que hay que controlar la comida, y cambiarlo por el pensamiento de que la comida nos nutre y nos da vida.
Podemos relacionarnos con la comida de forma positiva, como parte de la vida, no como un sustitutivo de la relajación ni como una enemiga. Así empezaremos a desarrollar inteligencia que nos muestre qué comida nos sienta bien y cuál no. Es importante salir del circulo vicioso de tener ansiedad y comer para calmarnos, porque nos genera culpa y ésta aumenta la ansiedad, y la ansiedad las ganas de comer.
Y recuerda que si eliges carbohidratos el cuerpo recibe un chute de bienestar que trae consigo una bajada muy fuerte de esa sensación que hará que sientas la necesidad de comer dulces y azúcar, más carbohidratos simples. Para salir de este circuito podemos utilizar las técnicas y recursos que vayamos incorporando en el tratamiento y en nuestro propio aprendizaje. Son los pasos para resolver las creencias y pensamientos que tenemos con nuestro cuerpo y la comida. En definitiva, hay que hacer las paces con la comida y aprender a relacionarnos con ella.
Lidia Quindós Ovide
Tu Psicóloga en Alcorcón
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